
A estas alturas de la vida he aprendido
que lo peor que nos puede pasar
es llegar a perder las ganas
o el valor para soltar amarras.
Así de simple.
Y nunca, nunca hagas nada
si luego no vas a arrepentirte.
Para empezar,
hoy me he tatuado en el brazo
su nombre a bolígrafo
y he cruzado dos semáforos en rojo.
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